POR JOSÉ
RAMÓN FDEZ.-TRESGUERRES
Tronco de fresno joven |
El
fresno más habitual en nuestra región es el común, denominado aquí de diversas
maneras, como fleisnu, frédenu o freisnu, entre otras. Su abundancia ha quedado
reflejada en multitud de topónimos repartidos por toda Asturias dando nombre a
localidades como La Fresneda en Siero, Fresnedo en Teverga o Freisno en Ibias.
El
Fraxinus excelsior es un árbol
caducifolio que puede alcanzar un porte elevado como se deduce de su nombre
latino. Crece hasta los 75 años, aproximadamente, momento en el que detiene su desarrollo. Uno de sus rasgos más característicos es la forma de su hoja
compuesta de unos 9 a 13 foliolos lanceolados y aserrados con pelos blancos,
junto al nervio, por la parte del envés. Florece entre noviembre y enero
mientras que sus frutos no maduran hasta el verano. Prefiere suelos básicos y
crece con mayor facilidad en la proximidad de cursos de agua, en zonas sombrías,
junto a los alisos y olmos. Puede ascender hasta los 1.500 m de altitud aunque
no soporta el exceso de frío ni el calor. El Fraxinus ornus, por el contrario, no suele superar los 800 m de
altitud y florece más tardíamente, en la primavera.
En
Asturias el fresno se plantaba con frecuencia en los bordes de los caminos,
haciendo de cierre, o junto a las cabañas, para proporcionar sombra y
aprovechar sus múltiples utilidades. Su madera se empleaba en la fabricación de
mangos de herramientas, piezas de carro o cestos. Sus hojas en la alimentación
del ganado durante el otoño, el momento de mayor escasez de pasto. Como la
mayoría de árboles y plantas tiene propiedades medicinales,
principalmente diuréticas y laxantes. El Fraxinus ornus era denominado como fresno del maná, extrayéndose de él, mediante incisiones, una savia que
presenta consistencia semejante a la cera y sabor dulce.
Su
consideración de árbol sagrado lo demuestra el hecho de encontrarlo, de manera
habitual, en las inmediaciones de las iglesias rurales. Se ponía en las
paredes de las casas recién construidas o rematando el tejado una vez
finalizado, colocación del ramu. Esta costumbre se traslada a otras labores cotidianas como era la
de poner el ramu en la cabecera del
carro al finalizar los trabajos de la siega. En Somiedo, la noche de San Juan,
era tradicional construir arcos con ramos de fresno por todos los pueblos del concejo.
En
la Grecia clásica el fresno fue considerado un talismán que proporcionaba buena
suerte, de ahí el que sus barcos llevaran siempre un trozo de esta madera en su
estructura. Plinio el Viejo, en su Historia
Natural, afirmaba que la lanza de Aquiles había sido elaborada con madera
de fresno y que sus hojas eran un antídoto eficaz contra las serpientes. Sin
embargo parece confirmado que Plinio confundía los tejos con los
fresnos por lo que no parece aconsejable tener muy en cuenta sus opiniones, al
menos en este tema.
En
los bosques asturianos el Fraxinus
aparece mezclado en carbayedas, robledales y hayedos. En las riberas de los
ríos de las montañas interiores el fresno común suele sustituir al aliso. Así
lo podemos observar en los ríos de las cuencas del Narcea o del Navia, en el Naviego, Muniellos, Coto o Ibias. Estas fresnedas ribereñas orocantábricas
están formadas principalmente por fresnos, avellanos (Corylus avellana) y salgueras negras (Salix atrocinerea).
AUTOR
DE TEXTO Y FOTOS JOSÉ RAMÓN FDEZ.-TRESGUERRES
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