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Paisajes de la memoria


POR JOSÉ RAMÓN FDEZ.-TRESGUERRES

El territorio es fruto de sucesivos procesos geológicos, biológicos y humanos que juntos contribuyen a conformar lo que visualizamos. Pero el paisaje, como dice Martínez de Pisón, surge de la interpretación del territorio. Los Paisajes de la memoria hacen alusión a esos paisajes que en su día conocimos y que aún permanecen en nuestro recuerdo. Pueden haber sufrido alteraciones, producto del tiempo y de la mente, haciéndonos pensar que tal vez nunca hayan existido, al menos tal y como los evocamos.

Son paisajes elaborados por la imaginación, que fueron o son reales, a los que llegamos, en su día, con una idea preconcebida, formada o deformada por las descripciones literarias previas. Muchas de estas narraciones son ya clásicas, como la del Valle de La Orotava de Humboldt o la de los Alpes de Senancour. En la actualidad esos territorios han podido sufrir grandes y graves alteraciones. Otros, sin embargo, conservan sus características y esencias intactas gracias a su declaración como espacios protegidos. Todos tienen en común el haberse convertido en verdaderos iconos del ideal de paisaje, al que aspiramos regresar algún día, o en los que pretendemos quedarnos a vivir para siempre.

Paisajes de la memoria son lugares en un territorio intangible como es el del recuerdo. Entre estos paisajes, como es lógico, no pueden faltar los cercanos, los que nos son próximos por ser los nuestros y por ser los más queridos.
Pista de Sotres a Áliva
Vegas de Sotres

Los Picos de Europa elevan sus cumbres verticales muy próximas al mar. Se encuentran separadas de este por tan sólo 10 kilómetros de distancia en línea recta. El Parque Nacional de los Picos de Europa, primero de los declarados en España, constituye una joya de interés geológico y geomorfológico. En él, aún es posible contemplar las huellas de la actividad glaciar junto con ancestrales actividades ganaderas. Estas perviven desde el Neolítico y han contribuido a conformar ese excepcional paisaje de vegas y majadas. En vecindad y cercanía está la costa asturiana que constituye otro singular paisaje, fruto de la erosión provocada por sucesivas regresiones y transgresiones marinas. Sobre este llano litoral se han desarrollado numerosos acantilados y ensenadas en las que se encajan algunas de las rías más hermosas del cantábrico como las de Ribadesella, Villaviciosa o el Eo, frontera natural con la comunidad de Galicia. Los más de 300 kilómetros de larga y recortada costa de Asturias albergan más de 200 playas, algunas declaradas monumentos naturales por sus destacados valores geomorfológicos y paisajísticos. De éstas  no podemos dejar de citar las de Cobijeru, Gulpiyuri, Cuevas del Mar, Guadamía, el Silencio o Barayo.

Costa de Cudillero
Costa de Cudillero
Las características básicas de la costa asturiana es su recortado y sinuoso perfil. Esto ha originado una gran riqueza paisajística consecuencia de la combinación de vegetación y fauna muy diversa que ha ido adaptándose a las exigencias biogeográficas de cada espacio. Si a toda esta riqueza natural unimos la sabia actuación que los habitantes de la zona han sabido proyectar sobre su entorno, con una construcción perfectamente integrada en el medio natural, entenderemos el motivo del interés despertado por estas poblaciones como lugar de vacaciones desde el siglo XIX. A ellas acuden todos los años tanto el turismo nacional como internacional.

Asturias ofrece variedad de paisajes vegetales fruto de contrastes climáticos que acrecientan factores como la altitud, la orientación o la pendiente. Más de la mitad del territorio de Asturias se encuentra por encima de los 400 metros de altitud llegando a superar los 2.000 metros en muchas de sus cumbres. Casi el 80 por ciento de su superficie cuenta con pendientes que superan el 20 por ciento de inclinación. Debido a estas condiciones climáticas y orográficas, Asturias posee un entorno favorable para la conservación de una importante masa forestal que supone más del 70 por ciento de la superficie total de la región. Estas cifras nos indican claramente que el Principado es, por encima de cualquier otra condición, una región boscosa. Una de las características reseñables de esta extensa superficie forestal es la abundancia de especies de frondosas caducifolias y de bosques perennifolios todos ellos naturales frente a las especies cultivadas como el pino o el eucalipto. No hago mención a estos últimos por el escaso interés desde el punto de vista paisajístico. Entre las frondosas debemos destacar los bosques de hayedos, robledales y abedulares. En función de la especie dominante algunos autores han establecido en la región más de 20 tipos diferentes de bosques agrupados de la siguiente manera: 2 tipos de carbayedas, 3 de saucedas, 4 de hayedos, 3 de robledales, 2 de rebollares además de tilares, fresnedas, encinares, alcornocales, saucedas, arcedas, abedulares o carrascales.

Asturias constituye un espacio físico privilegiado dotado de una naturaleza excepcional en los que mar y montaña se unen sin apenas distancia para la transición.

AUTOR DE TEXTO Y FOTOS: JOSÉ RAMÓN FDEZ.-TRESGUERRES

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