Las tres pertenecen a la misma familia, las Ardeidae o garzas. Se caracterizan por su esbeltez conferida por sus largas patas y cuello. Su pico, con forma de estilete, está especialmente configurado para facilitar su alimentación mediante la pesca. Esto explica que su hábitat básico sea el acuático tanto en aguas continentales, ríos, lagos, lagunas o embalses, como en las costeras. Aunque la mayor parte del tiempo lo pasen próximas al agua suelen utilizar los árboles como dormideros y, en ocasiones, si éstos están cercanos a la orilla, como buen apostadero para vigilar a sus presas.
La familia de las Ardeidae son de tamaño variable siendo la garcilla la de menor talla de las tres que aquí presentamos. Otras características comunes a todas ellas son su actitud en el vuelo que realizan con el cuello recogido y las patas extendidas prolongándose más allá de su cola. Presentan plumas ornamentales en época de cría.
La garza real (Ardea cinerea) es la más grande de los dos tipos de garza existentes, la ya citada y la imperial. La real, o Garcia rial en asturiano, es la más abundante de ambas. En nuestra región suele ser sólo invernante criando en otras áreas de la península como las cuencas del Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir. La imperial es prácticamente inexistente en Asturias. Tiene su área de distribución, sólo en época estival, en los valles del Ebro, Tajo y desembocadura del Guadalquivir, en Doñana.
Se distingue por su plumaje gris, la cabeza blanquinegra y su pico amarillo. En vuelo presenta un aspecto majestuoso con sus alas arqueadas y el cuello replegado que nos sirve para distinguirla claramente de la grulla, con la que puede ser confundida. Aunque en algunas zonas de España llega a constituir abundantes colonias en las ramas de los árboles, en nuestra región suele vérsela solitaria. Su presencia, cada vez más abundante, llevó a pronosticar al gran ornitólogo asturiano, ya desaparecido, Alfredo Noval, el que no era descartable que llegara a nidificar en Asturias.
Su habitual desconfianza no permite que nos aproximemos demasiado por lo que necesitaremos una buena óptica si queremos realizar fotos aceptables.
Las garcillas, las más pequeñas de la familia junto con los martinetes y avetorillos, es difícil verlas por Asturias. Son más frecuentes, especialmente la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), en las cuencas del Tajo, Guadiana, Guadalquivir y Ebro. Concretamente las que vemos en esta entrada fueron fotografiadas en el pueblo de Serrejón, en el Parque Natural de Monfragüe. Aparecen, como suele ser habitual en ellas, junto a cigüeñas y tras los tractores aprovechándose de lo que éstos dejan al descubierto al labrar la tierra.
Tiene un aspecto menos agraciado que las garzas y garcetas con el cuello y las patas más cortas. Su plumaje es blanco, aunque presenta zonas amarillas y anaranjadas en época nupcial. En vuelo, sus patas, más cortas, apenas sobrepasan la cola. En Asturias podemos observarlas ocasionalmente en las rías de Villaviciosa y el Eo.
La garceta común (Egretta garzetta) es otro miembro de la familia de las Ardeidae abundante en Asturias. Es especialmente numerosa la colonia que tiene dormidero en los árboles de la isleta que hay en el parque de Isabel la Católica de Gijón, de donde procede la última foto.
Poco mayor que la garcilla bueyera y menor que la garza real, presenta una curiosa característica que permite distinguirla con facilidad, como son sus patas negras y dedos amarillos. Su plumaje blanco se adorna con penacho nupcial en la nuca. El pico, al igual que sus patas, es de color negro.
La garceta lleva algunos años nidificando en Asturias, en el Castrón de Santiuste en Llanes; y es abundante a lo largo del año en zonas como las rías de Villaviciosa, Avilés y la del Eo, además del ya citado parque gijonés.
AUTOR DE TEXTO Y FOTOS JOSÉ RAMÓN FDEZ.-TRESGUERRES
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