POR JOSÉ
RAMÓN FDEZ.-TRESGUERRES
Joven jabalí buscando restos en una huerta |
El
jabalí (Sus scrofa), es un mamífero ungulado muy abundante en Asturias. Está
considerada entre las 100 especies invasoras más dañinas del mundo por la Unión
Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Probablemente, esta mala
prensa, su carácter omnívoro y su fácil reproducción, con partos que pueden
rondar entre las 4 y ocho crías, sean las que le han acarreado la tradicional
inquina y persecución por parte de la mayoría de los agricultores de nuestra
región. Según un censo realizado por la Consejería de Medio Ambiente la
población de jabalíes creció en la última década a razón de un 7% cada año.
Algunos habitantes del medio rural asturiano señalaban, en el año 2014, que los daños provocados en
una sola noche pueden alcanzar hasta los 12.000 euros.
Su abundancia es la que propicia el que sea una de
las especies salvajes más fácil de observar por los que disfrutamos saliendo al campo. Puedo confirmar que incluso en determinadas circunstancias, sin
necesidad de abandonar la ciudad, es posible tener un encuentro ocasional con algún
ejemplar. Así me ocurrió en cierta ocasión en que me lo tropecé, una noche de
regreso a mi casa, campando a sus anchas por la calle Cardenal Cienfuegos de
Oviedo. Supongo que como cualquier necesitado de obtener fácil y abundante
comida, los cubos de la basura constituyen un cómodo remedio. La proximidad del
Parque de invierno y los bosques de La Manjoya en donde habita, simplifican su
rápido acceso a un inagotable recurso sin necesidad de un gasto excesivo de calorías. Hay que resaltar que el jabalí es un caminante
inagotable que puede recorrer gran cantidad de kilómetros en una sola noche.
Los
rastros de su presencia, que voy a relacionar a continuación, son algunas de las muchas
señales que podemos encontrar en nuestras rutas senderistas. El
primero de todos, y el más abundante, son las hozadas. Me refiero con este
término a la tierra levantada y revuelta que provoca su particular forma de buscar
alimento. La dieta alimenticia del jabalí, omnívora, se compone básicamente de frutos diversos como las
castañas, bellotas, raíces, tubérculos o pequeños roedores. Eso sin tener en cuenta sus posibles
andanzas por campos cultivados en los que puede realizar verdaderos destrozos
en plantaciones de maíz, patatas o cualquier tipo de leguminosas.
Excremento de jabalí |
Las hozadas son frecuentes, lo que ya no
es tan habitual es que nosotros nos paremos a observarlas con detenimiento. Si
lo hacemos podremos encontrar, seguramente, algunas otras señales más de su
presencia. Entre la tierra revuelta es normal observar sus huellas y
excrementos, estos últimos, de color oscuro, casi negro, tienen forma globulosa
bien cohesionada, como podemos ver en la foto que se adjunta. La marca de
sus pezuñas nos puede ayudar a determinar su sexo, e incluso edad aproximada,
si estamos habituados a ello.
Revolcadero |
Otra evidencia de la proximidad del jabalí la obtenemos gracias a su costumbre de tomar frecuentes baños en balsas de agua, más o menos embarrada, o en lodazales. Este hábito tiene dos finalidades, la de refrescarse en verano y el desparasitarse. Los
baños frecuentes, en época de calor, son consecuencia de su necesidad de regular la temperatura corporal. La utilización de este método se debe a que el jabalí
carece de glándulas sudoríparas que realicen esta función. Estas balsas de lodo, denominadas revolcaderos, suelen incluir, muy próximo a ellas, árboles de frotación en
los que el jabalí dejará rastro de su rozamiento recubriendo de barro la base del tronco del
árbol. Entre este barro adherido no sólo dejará los parásitos que le asedian sino parte de su duro pelaje, las cerdas, que podremos ver prendidas de la corteza.
Cerdas de jabalí |
Restos de trampa para colocar lazo |
Por
último adjunto otra foto de un rastro, que por suerte es cada vez menos
frecuente. Indicios que delatan la presencia del
jabalí o bien de otras de las denominadas antiguamente como “alimañas”. Pero básicamente lo que manifiesta es la presencia humana. Me estoy refiriendo a los restos de artilugios
fabricados para la colocación de lazos en los que poder atrapar, no sólo a jabalíes, sino a otras especies como zorros o
mustélidos.
AUTOR DE TEXTO Y FOTOS JOSÉ RAMÓN FDEZ.-TRESGUERRES
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